viernes, 24 de abril de 2015

Brave New World

                                                         SUBLEVACIÓN

                                                                                               Febrero del 3702



Humo. Gritos. Sangre. Fuego. Caos. La gente esclavizada corría en todas direcciones tratando de escapar de aquel desastre. Habían pasado dos años desde que los siete niños habían escuchado la voz de Uno aquella medianoche. Tras la descarga habían perdido la conciencia y al día siguiente habían despertado cada uno en sus respectivas "camas" como si nada hubiera sucedido y todo hubiera sido solo un sueño. Los siete recordaban claramente lo que Uno les había dicho: "Os daré parte de mi poder y os convertiréis en Celestes." Sin embargo ellos no habían experimentado ningún cambio en el cuerpo ni nada por el estilo. Por muchas ganas que tuvieran de escapar del lugar tal y como Elliot había dicho no tenían ninguna oportunidad contra los sectarios. Las semanas transcurrieron lentas y muy largas con el habitual día a día. Trabajo. Palizas. Más trabajo. Más palizas. Dos horas de sueño y vuelta a trabajar. El primer síntoma de cambio llegó al año, cuando tras un incidente con Elaisha, Adam y Ashe dieron la cara por ella y ambos fueron severamente castigados hasta el punto de matarlos a ambos. Nina, sin saber cómo, los había curado a los dos dejándolos como nuevos. Después de aquello, todos comenzaron a experimentar cambios seguidos por extrañas situaciones y poco a poco despertaron sus poderes. Adam descubrió que podía levantar barreras invisibles de cualquier tipo. Ashe era capaz de memorizar cualquier movimiento que viera y recrearlo ella misma, memoria muscular. Adhara por su parte movía cosas con la mente. Klaus era el más chocante, ya que creaba bolas de energía que causaban explosiones de destructivo poder. Elliot había descubierto que tenía la curiosa habilidad de anular los poderes de sus amigos, lo cuál era muy útil en caso de que alguno se descontrolara y por último, Elaisha poseía el poder de sentir lo que los demás sienten y transferir esos sentimientos a quien ella quisiera. Empatía. Después de todo, Uno no había mentido, por lo que la misión que les había encomiado también era legítimo y debían cumplirla. Acabar con la secta, hacerse dueños de la Torre y buscar voluntarios para terminarla. Después de aquello aprovechaban cualquier rato libre para practicar con sus poderes y perfeccionarlos y con la edad de trece años los siete poseían un dominio absoluto de sus particulares habilidades.

De nuevo en la actualidad los pasillos de la semi construida torre se encontraban abarrotados de gente que huía despavorida aprovechando la confusión que se había creado de la nada. Según los rumores que se escuchaban entre los sectarios y esclavos, siete niños se habían sublevado y habían atacado a los carceleros con extraños poderes. Uno a uno los sectarios fueron cayendo y más y más esclavos se unieron a la revuelta. Mientras tanto en la zona construida más alta de la torre el líder Sectario golpeaba el puño con la mesa. - ¡¿Cómo es posible que no seáis capaces de detenerlos?! ¡Solo son siete críos! - El subalterno no tuvo ocasión de responder pues la puerta del despacho saltó por los aires debido a una explosión que lo había hecho añicos completamente. - Vosotros mocosos... - Al frente del grupo de siete se encontraba la chica morena cuyos ojos verdes centelleaban en la semi oscuridad de la noche. - Rendición o muerte. - Había dado aquella opción a todo aquel que se había puesto en su camino y por un motivo que Ashe no lograba entender, todos habían elegido la muerte. - Así que tú eres la cabecilla de esta pequeña revuelta... - El chico corpulento que se encontraba detrás de Ashe soltó una risotada. - ¿Pequeña revuelta? La torre es nuestra y vuestros abusos han terminado... - No había terminado la frase cuando el subalterno sectario se lanzó hacia Ashe con espada en mano. La aludida no se movió en ningún momento, no hizo falta. El hombre nunca llegó hasta ella. Primero se dio de morros contra una barrera invisible y después de que la espada se le hubiera caído al suelo a causa de la sorpresa y conmoción, el objeto se había elevado solo y le había atravesado la frente matándolo al instante. - Monstruos... - Bramó el líder sectario con los ojos abiertos como platos. Los ojos de Ashe, hasta ahora clavados en el cadáver del subalterno se volvieron al líder. - Rendición o muerte. - Volvió a repetir con una calma y sangre fría escalofriante. - Celestes... - Escupió con repulsión mientras Ashe daba un paso al frente. - Me tomaré eso como un "no". - El líder agarró su hacha, pero de poco le iba a servir, cuando se volvió hacia los siete chicos una bola de energía golpeó su pecho, explotando casi todo el despacho y lanzando el cuerpo fuera de la torre por un hueco en el muro creado a causa de la explosión. - No era necesario matarlo Klaus, Ashe. - Reprochó una Elaisha algo molesta a los otros dos chicos. - Hemos cumplido con el acuerdo, ¿no es así? A todos les dimos la opción de rendirse o morir. Son las condiciones que estableciste cuando decidiste formar parte de esto. Ahora no hay vuelta atrás. La torre es nuestra. Todo el que antes fuera esclavo y que quiera quedarse que lo haga. Ya nadie será tratado como un esclavo, sino como un trabajador y se dará asilo y comida a todo aquel que coopere. Trasmitid eso a todos los presos. - Elliot, Nina y Adam se pusieron a ello y Ashe suspiró un momento mirando al cielo iluminado por la luna. - Por fin libres... -


Mientras tanto en algún lugar del Continente del Sur...

- Creo que se ha vuelto a perder en el bosque. - Soltó una chica morena de unos once años. Pequeña de estatura incluso para su edad. Muy delgada, ojos grandes claros, de un color marrón verdoso. La cara pequeña y redondita y unos brazos y piernas bastante delgados. Llevaba puesto un vestido que antiguamente debía de haber sido blanco, pero que ahora mismo parecía más bien marrón debido a lo manchado que estaba y lo viejo que parecía. Acompañado de unos zapatos también blancos planos muy cómodos. - ¿Estás segura de que fue al bosque? ¿Cien por cien segura? - Le preguntó un chico algo más alto que ella, pero no mucho. Su pelo, rubio oscuro, parecía sucio y pegajoso en aquel instante. Con una media melena que le llegaba hasta los hombros. Su rostro, con los rasgos muy definidos estaba cubierto de suciedad, y eso hacía que los ojos de un color cristalino, resaltasen incluso aún más. No tenía envergadura alguna. Parecía estar físicamente bastante desnutrido. - ¿A qué viene tanta pregunta? Ya la has escuchado. Es muy suyo hacer este tipo de cosas. Ya aparecerá. Por ahora deberíamos volver adentro, va a oscurecer. - Replicó un chico con pelo corto, de un color rojo muy oscuro, pero intenso. Sus ojos eran de un color oscuro, casi tirando a negro lo que daba bastante impresión cuando miraba a alguien directamente a los ojos. Éste era más alto que los otros dos con mucha diferencia, pero la delgadez en proporción era la misma. Unas piernas bastante largas que le daban un aspecto algo patilargo. Vestía de una forma algo más elegante que el muchacho rubio, con unos pantalones negros que le llegaban hasta el suelo y se abrían en forma de campana al final. En la parte de arriba por el contrario vestía con una camisa blanca y una chaqueta que le llegaba más abajo que la cintura. - Supongo que tienes razón, deberíamos volver adentro. - Añadió con la frente arrugada. - ¿Y dejarle solo en el bosque? - A la pequeña pelinegra parecía atemorizarle la idea. - Estará bien, sabe cuidarse solo. - El pelirrojo se bajó de un salto del banco en el que los tres chicos habían estado sentados hasta entonces. Se encontraban en una especie de parque para niños pequeños, aunque daba la sensación de que era un parque fantasma. Todos los columpios estaban rotos y cuando hacía viento, crujían y se movían sacando ruidos escalofriantes. Frente al parque, de cara al sur se encontraba un edificio gigantesco con pinta de estar abandonado. Nada más lejos de la realidad, pues era un orfanato que había acogido a los niños que por A o por B no tenían padres. El edificio era viejo, con aspecto destartalado y con la pintura desgastada por el paso de los años. Había manchas de humedad por todas partes, por no mencionar el moho que crecía por doquier. 

- Tsk... Siempre me pasa igual... - Bufó mientras pateaba una roca que se encontraba en su camino. Este chico era algo más alto que el rubio de media melena, pero más bajito que el pelirrojo. Sin embargo, su cuerpo, delgado, estaba mucho más bien formado que el de sus amigos. Pelo largo rebelde, pero sin melena, de un color castaño oscuro y a veces claro dependiendo de por dónde le diera la luz. Sus rasgos eran atractivos, pero inusuales. Al contrario que su amigo pelirrojo, los ojos de este chico era totalmente negros. Tez algo pálida, pero no de forma exagerada. Y aún a pesar de todo, sus rasgos resultaban muy masculinos a pesar de tener once años. Vestía con unas deportivas blancas, unos pantalones pirata verde botella y una camiseta de manga corta negra con un dibujo de un relámpago de color azul en el medio. - Debería ser capaz de orientarme a estas alturas por todas las veces que me he metido ya en este bosque, pero no hay manera. - Sin tener en cuenta que ya estaba anocheciendo, el bosque era muy espeso y tupido, por lo que los rayos de sol rara vez encontraban un camino hasta dentro del mar de árboles. Desde que se habían conocido en el orfanato, él y sus amigos siempre hacían excursiones dentro del bosque, pero los hacían juntos. Últimamente él había cogido la costumbre de adelantarse o tal vez sus amigos habían cogido la costumbre de retrasarse. El caso era que ya se había adentrado en el bosque solo en más de seis ocasiones y siempre había terminado perdiéndose. Lo bueno. Nunca había pasado la noche en el bosque, siempre se las había ingeniado para encontrar la salida antes, pero en esta ocasión todo apuntaba a que se había perdido de verdad y no tenía forma de salir de aquel lugar antes de que cayera la noche. Además todos los niños había escuchado historias sobre aquel lugar. Bestias salvajes, ruidos extraños... incluso niños desaparecidos que no volvían a aparecer jamás. Él siempre había sido valiente, pero encontrarse en aquel lugar él solo con once años le daba algo de miedo. Cuando por fin se dio por vencido y dejó de caminar, se dejó caer a los pies de un árbol y encendió una pequeña hoguera para no pasar frío durante la noche. Se preguntó a sí mismo si aquel fuego ahuyentaría a las bestias peligrosas o si por el contrario las atraería. Un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo antes de cerrar los ojos y por fin caer dormido unos diez minutos más tarde.




sábado, 22 de marzo de 2014

VOLUMEN 3:  

Brave New World 


                                                         ESCLAVIZADOS

                                                                                                           Febrero del 3700




Aún continuaba picando. Los días eran todos iguales en aquel lugar. Debía levantarse pronto e ir a trabajar. No tenía derecho a descansar por mucho que le fallaran las fuerzas o por muy dolorido que estuviera su cuerpo. No comía, no descansaba y a penas dormía... ¿cuánto podría resistir aquella situación? Ella no era fuerte, nunca lo había sido. Al contrario que su amiga, ella siempre había sido débil. El trabajo físico era agotador y cada día sentía que le quedaban menos fuerzas para seguir adelante. Al contrario que ella, su hermano era un chico fuerte por muy joven que fuera y el cansancio físico y las palizas a las que los sometían a diario no parecía tener efecto alguno en él. Adam era su más fiel protector, al fin y al cabo siempre habían estado juntos. Ambos eran jóvenes príncipes de un reino muy lejano y los dos habían sido secuestrados por esta secta en una de sus travesuras. Había perdido la noción del tiempo y lo cierto era que no tenía ni idea de cuánto tiempo llevaba ya ahí. Tal vez cinco meses, o a lo mejor un año... o tal vez más de dos. Todos eran niños que habían sido secuestrados y traídos a aquel remoto lugar en una isla en medio del mar. No había nada, salvo unas ruinas muy antiguas de lo que antaño parecía haber sido una colosal torre.

Aquel día era como otro cualquiera y la joven rubia seguía picando con el cuerpo lleno de sudor bajo aquel abrasador sol. Era muy curioso, pero en aquel lugar nunca hacía mal tiempo y el cielo siempre estaba despejado. Estaba empezando a marearse con todo el calor y lo poco que había comido y al final la pica se le cayó de las manos y ella se desplomó de rodillas dejando caer un largo suspiro. Uno de los encapuchados encargados de mantenerlos trabajando todo el día no tardó en acercarse hacia ella con el látigo suelto en su mano derecha. - ¡Levántate! ¡Arriba! ¿O es que quieres recibir un severo castigo? - Por toda respuesta la rubia intentó levantarse del suelo, pero las fuerzas le fallaron y volvió a desplomarse en el suelo una vez más. - No puedo más... estoy agotada. Hoy ni siquiera hemos comido. - Replicó con un tono de voz algo delicado. Al individuo no debió de parecerle razón suficiente pues extendió la mano del látigo dispuesto a atizarla y castigarla por no trabajar, sin embargo, alguien se interpuso. - ¡Espere! Yo trabajaré por ella. Cumpliré con su parte y la mía. Lo prometo. Pero no le haga daño por favor. - El individuo se mantuvo en silencio mirando a las dos niñas, con el brazo aún extendido con ganas de atizar a alguien. - Está bien. Pero si en algún momento te detienes, un solo segundo... serás llevada a la cámara de tortura durante dos días. ¿Queda claro? - Dicho esto el hombre se fue y volvió a su puesto de trabajo. - Oh Ashe lo siento... esto es culpa mía. Si no fuera tan débil...- La aludida de pelo moreno negó enseguida con la cabeza y ayudó a levantarse a su amiga. - No digas eso Elaisha. Tú no eres débil. Nunca lo has sido. Trata de descansar en lo que yo trabajo. - Le dedicó un guiño y después cogió la pica que su amiga había dejado caer minutos antes. - No sé qué haría sin ti. Probablemente ya estaría muerta. Adam no puede cuidar de mi eternamente. - Ashe comenzó a picar y ni siquiera volvió la vista hacia ella cuando habló. - No tienes que darme las gracias Ela. Tú eres como una hermana para mi. Además sé que tú harías exactamente lo mismo por mi. - Unas lágrimas que Ashe no pudo ver asomaron en las mejillas de su rubia amiga, sin embargo, no añadió más y cuando ya era capaz de trabajar, se puso a ello de nuevo. La jornada llegó a su fina muy despacio y por fin todos los niños pudieron irse a "la cama".

Klaus... - El pelinegro abrió los ojos muy lentamente mirando a su alrededor de forma muy confusa. - Klaus... - La voz sonó de nuevo en la oscuridad de la mazmorra donde los niños dormían en el suelo. Se irguió quedándose sentado. La voz era clara, pero parecía ser el único que lo había notado. - Klaus, escúchame. - El chico miró a su alrededor de nuevo y asintió despacio. - S-Sí, te oigo... - Balbuceó claramente asustado con todo lo que ocurría a su alrededor. Lentamente buscó a su compañero durmiendo a su lado y le dio un leve empujó para que éste despertara. - ¿Pero... qué? ¿Klaus? - La voz de Elliot era confusa y algo desvariada. - Klaus, debes venir ahora. - El aludido dio un pequeño respingo y miró a su alrededor algo asustado. - ¡¿Lo has oído?! - Elliot miró a su alrededor y después volvió a mirar a su amigo. - ¿Oír el qué? - Era más que evidente que Elliot no había oído nada y Klaus empezaba a pensar que se había vuelto loco. ¿Por qué solo él oía aquella voz? - Coge a Elliot y dirígete a la mazmorra más profunda de la torre. Los demás ya están ahí esperando. - La voz se fue apagando hasta que solo se convirtió en un murmullo que se perdió en la nada. Se levantó lentamente ante la curiosa mirada de Elliot. - ¿Klaus qué estás haciendo? - El aludido sacudió su cabeza lentamente y después se volvió a Elliot. - Ven conmigo Elliot. Necesito que me acompañes. - Los ojos de su mejor amigo se abrieron como platos y después miró a su alrededor. - ¿Acompañarte dónde? ¿Estás loco? Yo no pienso moverme de aquí. Sabes que no tenemos permitido salir de aquí. Si alguien nos pilla, nos castigarán o peor. Nos matarán a los dos. - Klaus suspiró y echó a andar él solo a la salida de la mazmorra. Al ver que su amigo se iba solo, Elliot se levantó rápidamente y le siguió. - ¡Espera! - Klaus hizo caso omiso y salió de la mazmorra. Asomó la cabeza y vio que no había guardias cuidando el lugar. - Qué raro... No hay nadie. - Murmuró y después se volvió hacia Elliot sorprendido. - ¿Tú no querías irte a no sé qué sitio? Pues vamos. - Apremió su amigo mirando a todas partes. Ambos chicos se fugaron en silencio y con mucho cuidado de no cruzarse con ningún guardia. Es como si todos los guardias hubieran desaparecido de forma conveniente... ¿estaban dirigiéndose a una trampa?

Al final lo alcanzaron, lo que parecía haber sido el sótano o el piso bajo de la colosal torre yacía ahora en ruinas y oscuridad. Los niños que trabajan en la obra tampoco sabían demasiado, pero por lo que Elliot había oído murmurar a los guardias y algunos encargados lo que estaban construyendo en aquel lugar era una réplica exacta de lo que había sido la más alta torre de la historia. ¿Pero por qué querría una secta volver a levantar la torre? ¿Tal vez como un símbolo de poder? Al este del continente el recién proclamado Rey de los Celestes estaba ganando un inmenso poder en muy poco tiempo. Los humanos, como ellos, eran secuestrados o simplemente encarcelados como simples esclavos a merced del imperio o de las sectas liberales. Elliot estaba dándole vueltas a aquello cuando Klaus se detuvo de pronto y su compañero por estar distraído con sus pensamientos se dio contra él sin querer. - No pares así de repente... - Protestó Elliot frotándose un poco la cabeza. Klaus era bastante más alto y corpulento que él, por lo que en el choque, el que había salido perdiendo era él. Al ver que su amigo no contestaba Elliot se puso a su lado y miró al centro de la sala, donde ya se encontraban otras cinco personas o más bien niños. - ¿Ashe? ¿Todo esto es cosa tuya? Porque no tiene gracia alguna... - Klaus miró a la pelinegra que se encontraba con los otros cinco niños. Lo cierto era que la más "traviesa" de todos ellos era Ashe y la única lo suficientemente inteligente y maliciosa para trazar un plan que sacara a siete niños de la cama era ella. - Esta vez no he sido yo, lumbreras. - Se quejó la aludida con su actual descaro y desparpajo. - He sido arrastrada por Elaisha, que afirma haber oído una voz que la hablaba de la nada. - Su amiga rubia se encogió de hombros con una sonrisa algo tímida, como si se sintiera culpable por haber arrastrado a su mejor amiga a aquella locura. - No es la única que oye voces. - Esta vez fue una niña pelirroja la que habló y llamó su atención. Era Adhara por supuesto. Otra chica con un carácter muy similar al de Ashe. - Yo he arrastrado a Adam y Nina hasta aquí. - No parecía importarle mucho el hecho de que hubiera sacado de la cama a dos de sus amigos para seguir las instrucciones de una voz que se escuchaba en la oscuridad.

Los siete niños de apenas once años no tardaron en empezar a discutir como locos. Que si estaban locos. Que escuchar voces no era normal ni siquiera en el mundo Celeste al que ellos no pertenecían. Que realmente no sabían por qué habían acudido... Continuaron discutiendo por lo menos durante una hora y sin que ellos lo notaran, llegó la medianoche y la luna llena filtró su luz por un agujero en en techo hasta bañarlos completamente. En ese instante el suelo brilló y un extraño círculo se trazó en el mármol del suelo que seguía estando bañado por la luz de la luna. Los niños, asustados, pegaron un grito e intentaron correr para huir de aquel extraño fenómeno, pero pronto descubrieron que estaban atrapados en aquel curioso grabado de cinco colores. Una sombra uniforme se materializó en el centro con los ojos de un color azul chispeantes ante la atónita mirada de sus visitantes. - Hola niños... Me alegra ver que al menos siete de los veintiún elegidos han acudido a mi llamada. Antes de nada. Sed bienvenidos a mi torre.- Los niños se mantuvieron en un completo silencio, incapaces de articular una sola palabra completamente superados por aquella situación. - ¿Q-Quién eres? - Consiguió articular una atemorizada Elaisha a lo que la sombra respondió con una risa de ultratumba. - Yo soy Uno. La fuerza del Universo. Soy lo que hace que la Tierra gire alrededor del sol. Que tus pulmones respiren el aire que necesitas. Soy la cura. El equilibrio. El poder. - Se miraron unos a otros poco a poco haciéndose a la situación y esta vez fue Elliot el que se dispuso a hablar. - ¿Qué quieres de nosotros? Porque es evidente que nos necesitas para algo. - Ahora era el turno de la sombra para tardar en responder, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para hacerlo sin que los niños salieran corriendo. - Cooperación. - Dijo al final. - ¿Cooperación? - Repitió Klaus dando un paso hacia delante sin siquiera darse cuenta de que lo estaba haciendo. - ¿No lo habéis notado? El mundo está enfermo. A cada día que pasa acerca a su final. Necesito a gente que lo salve por mi, pues yo no puedo hacerlo en este instante. La gente que está levantando esta torre lo hace con la esperanza de que algún día conseguirán llegar hasta mi, pero se equivocan. Ellos no son los elegidos. Vosotros lo sois.- Explicó todavía hablando con una voz más que profunda y seria. - ¿Por qué no lo haces tú mismo? - Preguntó Nina de forma algo tímida pero segura al tiempo que ladeaba la cabeza. - Yo estoy... indispuesto en este instante. No puedo hacerlo. Sin embargo, sé que vosotros sois perfectamente capaces libraros de esta secta. Instalaros en esta torre y levantadla desde sus cimientos para que vuelva alcanzar los cielos una vez más. - Elliot frunció el ceño y Adam se cruzó de brazos. - ¿Estás diciendo que el mundo enfermó porque la torre se derrumbo? ¿Y que si lo levantamos de nuevo lo salvaremos? - La voz se mantuvo de nuevo en silencio durante unos segundos que parecieron eternos. - Lo que estoy diciendo es que podéis salvar el planeta. Lo único que tenéis que hacer es echar a los de la secta y buscar voluntarios que quieran contribuir a la causa. La torre quedará terminada antes de lo que imaginéis y vosotros seréis los héroes que lo han hecho posible. Pensadlo detenidamente. De todas formas estoy seguro que cualquier cosa es mejor que la vida que lleváis ahora. Si es que se le puede llamar vida claro. - Una vez más el silencio sobrevino en la sala y todos los chicos se miraron entre ellos y comenzaron a debatir sobre aquella locura. Por una parte, Ashe, Elaisha, Adam y Klaus estaban de acuerdo en confiar en la sombra y salvar al mundo. Por otra parte Nina, Adhara y Elliot se mostraban algo reticentes a confiar en la Sombra.

Tras quince minutos de acalorada discusión decidieron votar de forma democrática y como eran cuatro contra tres al final accedieron a ayudar a Uno. - Lo haremos. Salvaremos el mundo. Aunque... no sé cómo nos desharemos de los miembros de la secta del Primero: Aunque no sean Celestes y no tengan poderes, ellos son muchos y nosotros solo siete críos que no tienen nada que hacer. - Replicó Klaus mirando a la sombra mientras fruncía el ceño. - Me tenéis a mi, y eso será suficiente. - No había terminado de hablar cuando los siete niños recibieron una inmensa descarga de energía que los dejó a todos algo aturdidos y retorciéndose en el suelo. - Acabo de daros parte de mi. Parte de mi poder. Ahora podéis consideraros Celestes. Usad vuestros poderes con sabiduría. Volveremos a vernos... - La voz volvió a desaparecer al mismo tiempo que el círculo de conjuros de desvanecía y la luna se escondía en el horizonte indicándoles que amanecería enseguida. ¿Pero en qué lío se acababan de meter? ¿Quién era realmente Uno? ¿Eran sus intenciones buenas? ¿Y qué ocurría con la Secta del Primero? Solo el tiempo lo diría.










viernes, 20 de diciembre de 2013

The Fall of the Days

                                               ALCAESTO

                                                                                                             Octubre del 2611




- Syndus! - El grito de Aaron rasgó el silencio al tiempo que los Cuatro Elementos ponían pie en lo alto de la torre de nuevo y Wyatt se giraba hacia ellos entre curioso y divertido. - ¿Habéis vencido a los Consejeros del Paraíso? Ciertamente habéis mejorado mucho en mi ausencia. - Elena abrió mucho los ojos con ira contenida. - ¡Lo has matado! - Wyatt se encogió de hombros como quien sacude a una mosca y suspiró. - Le di a elegir entre vosotros cuatro o él. Como era de esperar su elección fue no sacrificaros. Ahora está pagando las consecuencias. - Zack apretó los dientes y dio un paso al frente, Aaron lo agarró del brazo para que no se adelantara más. - ¡Has matado a tu propio hermano! - Wyatt asintió con la cabeza. - ¿Y qué? - La cara de Alex se desencajó y un torbellino de fuego rodeó al pelirrojo que en aquel momento miraba a Wyatt con ira. - Que lo vas a pagar caro. - El Shinter emitió una sonora carcajada y negó con la cabeza. - De hecho... sois vosotros los que vais a seguir sus pasos. Así me aseguraré que al menos uno de los sacrificios funciona. - Los Cuatro Elementos se pusieron en guardia al instante, sabiendo que el ataque de Wyatt podía provenir de cualquier lugar. - Recordad. Debemos actuar juntos. Procurad no separaros por nada. - Aaron parecía realmente preocupado y es que si Wyatt había acabado con Syndus en tan poco tiempo, ellos no tenían demasiadas posibilidades de salir airosos de aquella torre. Además cabía la posibilidad de que el Shinter hubiera acumulado todavía más poderes en su ausencia y eso lo convertía en alguien aún más poderoso y peligroso.

Aaron sintió una pequeña presión en el ambiente. - ¡Saltad! - Los cuatro saltaron en una dirección justo al tiempo que una columna de presión caía y rasgaba el suelo donde segundos antes se encontraban. Alex no perdió más tiempo. Una anilla enorme de fuego se materializó alrededor del Shinter, que lo único que hizo fue mirarlo intrigado. Continuaba lloviendo y pronto la lluvia se quedó suspendida en el aire y se transformó en pequeñas astillas de hielo capaces de perforar el metal más fuerte. El viento arremolinó las astillas sobre la cabeza de Wyatt al tiempo que unos relámpagos negros aterradores caían cerca del Shinter. - ¡Ahora! - La anilla de fuego se cerró contra Wyatt. Las astillas fueron impulsadas por el viento como pequeñas balas y varios relámpagos se juntaron en el cielo y uno nuevo de considerable tamaño cayo sobre el Shinter. Hubo una explosión de llamas, viento, electricidad y algunas astillas de hielo, acompañado de un humo considerable. Dicho humo se fue disipando poco a poco y para el horror de los Cuatro Elementos Wyatt seguía de pie exactamente en el mismo sitio de antes. Los únicos cambios eran que ahora su camiseta blanca se encontraba completamente rota y quemada y que se encontraba de pie sobre un pequeño cráter que habían creado los ataques de los cuatro. - ¿Es una broma? - Dijo Zack mirando a sus compañeros. - ¿Ni un solo rasguño en su piel? - Por primera vez Elena parecía insegura. Alex no dijo nada pero parecía tan inseguro y sorprendido como sus compañeros. - ¡Callaos los dos! - Dijo Aaron con serio. Lo último que necesitaban es que Wyatt se confiara aún más al ver la impotencia de los cuatro. Por su parte el Shinter tampoco les estaba prestando demasiada atención. Parecía muy ocupado quitándose la camiseta quemada y destrozada. Una vez terminado crujió los nudillos mirándolos. - Bien. Empecemos. - Los cuatro se pusieron en guardia al instante y Wyatt se lanzó a por el más cercano. En este caso le tocó a Zack, que para cuando quiso darse cuenta el Shinter ya estaba delante de él alzó el puño y golpeó la cara del Elemento. Sin embargo antes de que el puño del Shinter alcanzara la piel de Zack, éste se dividió transformándose en electricidad haciendo que el puñetazo pasara de largo y encima se electrocutara. Zack se apartó al tiempo que Alex aparecía a su lado. Ambos alzaron sus manos en dirección a Wyatt y un cañonazo de electricidad emergió de la palma del Elektro al tiempo que un chorro de fuego rodeaba el cañozano. Convirtiéndolo en una especie de taladradora de fuego y electricidad. El Shinter alzo la mano y una el ataque chocó contra una pantalla invisible que actuaba como un firme escudo. Mientras tanto Elena y Aaron también planeaban un ataque conjunto. Aaron lanzo una perforadora de viento y Elena lo recubrió con agua. - Muy original... - Murmuró el Shinter al tiempo que alzaba su mano libre y el ataque chocaba contra otra pantalla invisible. Los ataques seguían presionando sus pantallas y para su sorpresa éstas comenzaron a resquebrajarse y eventualmente se rompieron, los dos ataques chocaron contra el cuerpo del Shinter. Eso no fue todo, un torbellino de agua lo rodeó en aquel momento y se congeló al instante con él en su interior.

Los cuatro chicos contemplaron el torbellino congelado expectantes. No sucedió nada durante varios segundos y cuando ya estaban a punto de lanzar un pequeño suspiro de alivio, he hielo comenzó a resquebrajarse. El torbellino de hielo estalló en mil pedazos y mostró a un Wyatt algo molesto o más bien crispado. - Realmente sois una molestia. - El Shinter sabía que no podía golpearles en teoría pues los cuatro tenían la capacidad de dividirse en su elemento de forma subsconsciente. Aquella habilidad también provenía de su poder, por lo que si anulaba los poderes de uno en el momento exacto de golpearlo sería capaz de dañarle. Echó una rápida ojeada a los cuatro. El elemento más devastador era sin duda el fuego, seguido muy de cerca por el viento. Eso dejaba el agua y la electricidad como elementos que se usarían para atacarle intentando pillarle desprevenido. Puesto que era cuando más daño le causarían. Frunció el ceño y desapareció. A los pocos segundos se encontraba detrás de Elena. La Aqua sintió un poco de airecillo justo a tiempo para darse media vuelta y  disparar un potentísimo chorro de agua hirviendo a presión. Wyatt interpuso la mano entre su cuerpo y el ataque y éste se detuvo en seco, como si hubiera quedado suspendido en el tiempo. La misma agua comenzó a resquebrajarse, como si estuviera desintegrando la misma materia y se esfumó en la nada. El Shinter no tuvo mucho tiempo para respirar una llamarada con forma de perro con tres cabezas se lanzó a por él. Fue repelido enseguida por una onda de choque que deshizo el fuego. Algo inútil porque cuando las llamas fueron repelidas, éstas volvieron a adoptar la forma del perro de tres cabezas y volvió a lanzarse con sus fauces abiertas. Esquivó al perro con bastante facilidad, pero un rayo de color negro lanzado por Zack le recordó que los demás también estaban concentrando sus ataques en él. El Shinter sentía que le costaba respirar y sabía que aquello era cosa de Aaron que estaba drenando el aire que tenía a su alrededor. Su cuerpo no reaccionaba como quería y sabía que aquello era culpa de Zack que estaba manejando la electricidad estática de la zona para cambiar el rumbo de sus acciones. Pero un momento... ¿entonces qué estaba haciendo Elena? Wyatt se giró esquivando un último ataque de Zack y para su sorpresa Elena se encontraba exactamente delante de él. El rayo impactó en ella pero lejos de hacerle daño recubrió su cuerpo con la ayuda del agua que estaba actuando como armadura en su cuerpo. La chica intentó arañarlo con unas garras de hielo recubiertas con electricidad, pero Wyatt era más rápido y dio un pequeño salto hacia atrás justo para caer en las garras del perro que lo pisó en el pecho aplastando su espalda contra el suelo. Le cortó la respiración. Alzó la mano apuntando al perro al tiempo que por el rabillo del ojo veía que Elena corría a por él. El cuerpo de la chica continuaba revestido con aquella armadura de agua electrificada y además un remolino de viento que parecía cortar incluso el aire se había formado en su mano izquierda. Toda la torre tembló con una terrible onda de choque que alcanzó al perro y lo deshizo en llamas de nuevo. La vista del Shinter seguía en las llamas esperando a que se reformaran en el perro mientras se levantaba de un pequeño salto. Lejos de que ocurriera aquello las llamas se movieron en otra dirección justo al puño libre de una Elena que ciertamente ya estaba muy cerca. - ¡Esto es por Syndus! - La chica posó sus manos en el pecho de Wyatt al tiempo que los cuatro elementos se juntaban en sus manos y disparaba un rayo que atravesó al Shinter de parte a parte y lo lanzó volando varios metros de distancia.

Bien hecho Elena. - Dijo Aaron mientras los tres Elementos restantes se acercaban a ella. Los elementos que no eran suyos abandonaron su cuerpo al instante que ella se relajaba, todavía mirando el cuerpo de Wyatt con el ceño fruncido. De pronto Wyatt comenzó a reírse de forma sonora, todavía tirado en el suelo. Los cuatro se tensaron en segundos cuando la risa espeluznante alcanzó sus oídos. El cuerpo del Shinter se elevó ante ellos, con el agujero del ataque combinado de Elena había creado aún en su pecho. Aaron se mordió el labio pensando en algún otro plan de ataque. La herida en el pecho de Wyatt empezó a cerrarse delante de sus narices hasta que no quedó prácticamente ni una pequeña cicatriz. - Lo reconozco eso ha estado bastante bien. Syndus os enseño muy bien. Pero basta de juegos. Hasta ahora solo me he defendido. Es hora de que lance mi ataque también. - No había terminado de hablar cuando se teletransportó delante de Elena agarrándola del cuello y anulando sus poderes para que no pudiera deshacerse en agua. Apretó el cuello de la chica con su fuerza sobrehumana, al tiempo que ésta notaba cómo le iba faltando el aire. Los otros fueron a moverse, pero entonces el Shinter alzó la mano libre. - Quietos. O le partiré el cuello en menos de lo que tardáis en llegar a ella. - Sabían que no era un farol. Mientras tanto Elena pataleaba cuánto podía, pero el agarre de Wyatt era realmente muy fuerte. - Atacaros a los cuatro es una molestia y una pérdida de tiempo. Se me acaba de ocurrir un juego para hacerlo más divertido. El juego se llama "A ver cuánto aguantáis." Las reglas son muy simples. Yo os lanzaré ataques uno a uno y vosotros tendréis que recibirlos sin defenderos ni esquivarlos. Si infrigís una de las normas, Elena morirá en el acto. ¿Queda claro? Vamos a verlo. - Puesto que los tres se encontraban prácticamente en el mismo sitio lanzar un ataque que los abarcara a los tres era fácil. Además Elena parecía haberse quedado inconsciente por la falta de aire. Su cara había adquirido un color lila y Wyatt tuvo que aflojar un poquito el agarre para que la morena pudiera respirar. El rubio apuntó a los Elementos con la palma de la mano y lanzó un haz de energía hacia ellos. El ataque los alcanzó de lleno, haciendo que gritaran de dolor y sus cuerpos volaran por los aires. Alex se levantó rápidamente, seguido por Aaron. Zack fue el último en levantarse. Al ser el Elemento Elektro tan rápido. Rara vez lo herían en batalla y por lo tanto no estaba acostumbrado a soportar los golpes tanto como sus dos amigos. Sus cuerpos se encontraban llenos de heridas y esa era la intención del Shinter. Ahora con uno de sus poderes podría torturarlos a los tres agravando sus heridas hasta que cayeran al suelo inconscientes incapaces de soportar más el dolor. Así durante los próximos siete minutos lo único que se escuchó fueron los gritos de los tres chicos que fueron torturados por Wyatt hasta que cayeron uno a uno empezando por Zack y terminando por Alex. Una vez terminado arrojó el cuerpo todavía inconsciente de Elena donde se encontraban los otros tres y suspiró.

El segundo sacrificio ya estaba listo. Comenzó a caminar en dirección a los Elementos cuando se escuchó un pequeño retumbo. Wyatt no le hizo caso y continuó caminando sin ninguna prisa, hasta que se escuchó otro pequeño retumbo y esta vez acompañado de un ligero temblor. Un tercer retumbo mucho más sonoro que el anterior hizo temblar la torre hasta sus cimientos. El Shinter se detuvo frente a los cuerpos de los Elementos, pero antes de que hiciera nada un terrible terremoto sacudió toda la zona. Parecía que la torre estaba a punto de caer cuando el suelo del centro comenzó a agrietarse y una especia de risco lo atravesó hacia arriba como si de una estaca se tratara. ¡Una montaña que había emergido desde las mismas profundidades del suelo había atravesado la torre desde abajo hasta arriba! En la punta de la montaña se encontraba un Syndus con un aspecto lamentable, pero con un semblante de ira que muy pocas veces antes Wyatt había podido contemplar en el rostro de su hermano pequeño. Los ojos de Syndus pasaron de Wyatt a los maltrechos Elementos y después vuelta a Wyatt otra vez. - Céntrate en mi. Soy tu peor problema en este instante. - El rostro del rubio mantenía un semblante entre curioso y divertido, sabiendo de antemano cómo iba a reaccionar su hermano menor. Los ojos del moreno continuaban volviendo a los Elementos muy de vez en cuando y Wyatt rodó los ojos al tiempo que alzaba una mano en dirección a ellos. - ¡NO! - Demasiado tarde. Un haz de luz de color blanco y negro que le puso los pelos de punta a Syndus arrasó completamente los cuatro cuerpos desintegrándolos en el acto. El rostro del más joven de los Shinter se desencajó al ver cómo sus cuatro pupilos morían delante de sus propios ojos. Donde habían estado los cuerpos ya no quedaba nada, salvo polvo y unas pequeñas esferas de luz. Cada esfera contenía el color del elemento que usaban. Era la esencia de cada Elemento. El cuerpo de Syndus comenzó a temblar con ira al tiempo que extendía la mano en dirección a las esferas y éstas volaban hacia su legítimo dueño. Los Elementos habían sido creados a partir de Syndus, quitándose una parte de él para entregárselo a ellos. Ahora que habían  muerto aquella parte volvía a él y restauraba sus antiguos poderes. Volvió la vista hacia Wyatt. Sus ojos, en este instante de un amarillo intenso, chispeaban con furia e ira incontrolables.

No medió palabra alguna. Apuntó con la palma de la mano a Wyatt  y un pequeño círculo con unas extrañas runas inscritas en ella apareció antes de que un rayo imbuido en cinco colores emergiera de él. El rayo cruzó la distancia entre ambos con demasiada rapidez y Wyatt lo esquivó por los pelos. - Magia... - Murmuró el rubio mirando a Syndus y después suspiró lentamente.  - Veo que has recuperado tus antiguos poderes. Por fin peleas como un Shinter de verdad. - Por otro lado Syndus no contestó y de su mano volvió a aparecer otro círculo con runas que se replicó bajó los pies de Wyatt. Sin embargo, esta vez estaba preparado y se teletransportó a un lado. Un demonio imbuido por los cinco colores asomó del círculo. El monstruo era por lo menos dos veces el tamaño de Wyatt y se lanzó hacia él con rapidez. Le propinó un puñetazo y Wyatt lo detuvo con una mano y sin inmutarse con la fuerza de aquel demonio. De la misma mano del rubio apareció un círculo de conjuros con runas y símbolos semejantes al yin y el yang. El demonio se resquebrajó y se rompió en pequeños cachitos como si de un cristal se tratara, desintegrándose en el aire. - ¿Por fin recuperas el Alcaesto y un demonio es lo mejor que se te ocurre? - Casi parecía decepcionado. La decepción no le duró mucho. En el cielo emergió un círculo de conjuros con runas diferentes a las anteriores, pero el significado era claro "agua". Del círculo emergieron millones de astillas de hielo que salieron disparadas hacia él. Vaya. Al parecer ahora Syndus también tenía la capacidad de usar magia elemental y no solo como una capacidad psíquica. Wyatt tuvo que protegerse. Alzó la mano y apareció otro círculo de color negro con el símbolo del yang. Un muro de oscuridad soportó la embestida de los millones de astillas que no paraban de caer y parecían no terminar nunca. El muro se transformó en un dragón y embistió contra todas las astillas que caían repeliéndolas hasta que alcanzó el círculo de conjuros azul y lo engulló haciendo que ambos conjuros se desvanecieran. - No quiero matarte... pero tengo que hacerlo. Si te dejo vivir amenazas a todo el planeta. - Syndus habló por primera vez. Por su voz casi parecía sentir pena por sus palabras. - Eso es muy noble por tu parte, pero no puedes matarme. Ni siquiera con el Alcaesto y eso eso es lo más lejos que puedes llegar. - Syndus frunció el ceño, pero Wyatt siguió hablando. - Y no olvides que los Elementos han muerto. El sacrificio ha sido completado por lo que el paraíso llegará a la tierra cuando aparezca el primer rayo de sol en el horizonte. - Así que el tiempo de Syndus se estaba agotando.

Ya no tardaría en amanecer y aunque ninguno de los dos estaba realmente cansado por el combate Syndus llevaba las de perder. ¿Pero cómo detenías a alguien a quien no podías derrotar? "Séllalo." La voz fue apenas un susurro en su mente y era la voz de Aaron. ¿Se lo habría imaginado? ¿Estaba empezando a desvariar? Sin embargo eso le dio la idea. ¡Por supuesto que podía sellarlo! Con la tierra como su aliado y utilizando el Alcaesto, podría sellar a Wyatt en las mismísimas entrañas de la Tierra. En un lugar el que nadie jamás pudiera llegar, se aseguraría de aquello. Un golpe en el estómago le devolvió bruscamente a la realidad. Wyatt acababa de darle un puñetazo imbuido en una extraña magia blanca. Suponía que era el poder "yin" el opuesto al "yang" que también dominaba. Se le cortó la respiración. Otro círculo de conjuros con cinco runas y el rubio salió repelido hacia atrás, dándole a Syndus tiempo para respirar. Wyatt había golpeado su pecho, pero no entendía por qué le dolía todo el cuerpo como si estuviera siendo atravesado por miles de cuchillos una y otra vez.

¿Todavía no entiendes la diferencia entre la magia que usas ahora y lo que hacías antes, verdad? - Syndus asintió. Es cierto que no lo entendía y además eso le ayudaría a ganar algo de tiempo para intentar apresar a su hermano. - Los Shinter recibieron el don de la magia de mano de los Dioses. También puedes llamarla alquimia si así lo deseas. El "Ars Magna" el poder o la habilidad de crear todo lo que tu mente desea de la nada. - Hizo una pausa mirando al horizonte que comenzaba a ponerse rojo. Señal de que amanecería en nada. - Por supuesto tú no eres como yo. Te apellidas "Shinter" pero no lo eres. ¿Nunca te has preguntado por qué tus poderes solo se remiten a los elementos del planeta? Somos hijos de padres diferentes. - Dijo al final al tiempo que los ojos de Syndus se abrían como platos. - Yo soy hijo de Heclacio Shinter, por supuesto, pero tú no lo eres. Supongo que nuestra madre conoció a otro hombre después de que abandonara a mi padre. - Los labios de Syndus se crisparon. No quería creer ni una sola palabra que saliera de los labios de Wyatt. - Mientes... - Por su parte el Shinter soltó una fría y seca carcajada. - ¿Por qué iba a mentirte? Ya no tiene ningún sentido hacerlo. Tus poderes se remiten a los elementos de este planeta porque tú, Syndus, eres el hijo de la Tierra. Del planeta. - Aclaró con calma volviendo la vista hacia él. - Por eso somos diferentes y nuestros poderes también lo son. Por eso jamás podrás derrotarme. Tus poderes están limitados a este planeta, pero los míos no. Puedo hacer cuánto salga de mi imaginación. - Wyatt se encogió de hombros y Syndus alzó la vista, tratando de asimilar todo lo que le estaba contando. - Bueno, estás olvidando algo muy importante. - Murmuró el pelinegro al tiempo que Wyatt enarcaba una ceja. - ¿Y qué es? - Syndus ensombreció la mirada al tiempo que sus ojos cobraban vida con aquel color amarillo intenso. - Estás en mi planeta.

No había terminado la frase cuando unas cadenas de fuego se materializaron  bajo el suelo y atraparon las piernas de Wyatt. El Shinter fue a reaccionar pero Syndus llevaba planeando aquello desde que su hermano había empezado a hablar. Cuatro columnas de tierra se materializaron a su alrededor al tiempo que eran unidas por una red eléctrica convirtiéndolo en una prisión. Wyatt estaba en el centro, una burbuja de agua gigante lo había rodeado y el viento lo hacia girar en todas las direcciones para impedir que el Shinter pudiera salir a ningún lado. Todas aquellas medidas de seguridad para crear una prisión no tenían mucho sentido. Wyatt podría anular sus poderes y la prisión se desvanecería como si nada. Sin embargo por algún motivo no lo hizo y cuando Syndus se fijó en su hermano vio que éste sonreía, pero no lo hacía de aquella forma tan macabra e inhumana que había mostrado hasta ahora. No. Sonreía como lo había hecho siempre hasta que se habían separado. Syndus dudó, ¿era una treta? El suelo comenzó a abrirse al tiempo que la torre tambaleaba y comenzaba a hundirse poco a poco en la tierra. Syndus sacudió la cabeza y después un último círculo de conjuros se materializó sobre Wyatt. Una esfera gigante de cinco colores lo rodeó y lo elevó unos metros en el aire, el Shinter sonrió. - Bien hecho. Gracias hermano. - Fue lo último que dijo antes de que la esfera chocara contra la torre y la destrozara al tiempo que caía hasta abajo, desintegrando todo a su paso. Se introdujo en la misma tierra llevándolo más y más hacia abajo. Segundos después hubo un estallido de dimensiones incalculables y Syndus salió volando cayendo desde lo que quedaba de la torre. La onda de choque de la explosión lo había golpeado de lleno y dejado inconsciente. El cuerpo cayó desde una altura de más de 300 metros al suelo y la torre desapareció desintegrada prácticamente por la explosión. En el suelo había quedado un cráter gigante que segundos más tarde se regeneró quedando como nuevo al tiempo que un sello gigante con cinco runas quedaba grabado en él.

FIN DEL VOLUMEN 2.

martes, 9 de abril de 2013

The Fall of the Days

                                              ENFRENTAMIENTO FRATRICIDA

                                                                                                           Octubre del 2611



Syndus contuvo el aliento en silencio mientras la carcajada de Wyatt resonaba en el oscuro firmamento. El joven pelinegro aún continuaba esperando la dichosa respuesta, pero su hermano mayor parecía haber perdido todo el interés por dársela. Syndus no entendía el comportamiento de Wyatt. ¿Qué diantres le había ocurrido en su ausencia y por qué se comportaba de aquella forma? Por más que le miraba no había cambiado ni un ápice, no físicamente al menos, pero era obvio que ya no era el mismo Wyatt que antes y eso seguía planteándole la duda de qué era lo que había en el interior del Templo de los Divinos, lugar donde fue sellado la Miasma tiempo atrás. - ¿Vas a contármelo o vamos a pasar mirándonos el resto de la eternidad? - Quiso saber cambiando el tono de voz a uno molesto. Por su parte Wyatt enarcó una ceja ante la nueva actitud de su hermano y se limitó a contestar. - Nada, no había nada. El templo se encontraba completamente vacío, hermano. - Syndus abrió la boca para contestar, pero al ver que no salía nada de sus labios optó por volver a cerrarla. El rubio le miraba de una forma curiosa y al mismo tiempo incómoda, como si estuviera estudiándole para ver todas y cada una de las reacciones que Syndus tenía. - ¿Entonces los Shinter nos mintieron en todo? - Medio balbuceó al darse cuenta realmente lo que significaban las palabras de su hermano. Wyatt se encogió de forma muy leve de hombros y no dijo nada más, dejando que Syndus fuera el que tomara su decisión al respecto sin ningún tipo de influencias externas. - Ése es el motivo por el que hice levantar esta Torre, estaba harto de escuchar tanta mentira. - Continuó Wyatt al ver que su hermano se había quedado completamente mudo. - ¿A qué te refieres? - Cuestionó el pelinegro frunciendo el ceño y recuperando la capacidad de hablar. - Los Shinter nos mintieron y usaron para sus propios propósitos. La única historia que nos contaron y era cierta fue la del Paraíso en la Tierra. Historia en la que no prestaste demasiada atención por lo que veo. - Wyatt sonrió de una forma extraña, casi como si de una mueca se tratara y un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo de Syndus. - Explícate. - Pidió al tiempo que clavaba su mirada en la de su hermano mayor, algo impaciente. - Si traemos el Paraíso a la Tierra, los mismos Dioses volverán a este planeta y cuando eso ocurra, la Tierra alcanzará su época más esplendorosa. - Syndus abrió la boca atónito por lo que le estaba contando. ¿El Paraíso? ¿Dioses en la Tierra? Su hermano nunca había sido creyente y sin embargo, ahora hablaba como el servidor más leal de unos Dioses cuya existencia no estaba ni siquiera verificada. - Lo que estás contando es una locura, Wyatt. No tiene ni pies ni cabeza. - Le dijo con un tono algo duro, tratando de cortar con aquel tema de la forma más tajante posible. - Únete a mi, y juntos traeremos la salvación a este planeta condenado a la destrucción. - Dijo Wyatt ignorando el anterior comentario de su hermano y extendiéndole la mano. Syndus por su parte contempló la mano de su hermano sin moverse del sitio todavía. Quería creer en su hermano, pero el problema era que minutos antes había dicho que él sería el sacrificio que traería el paraíso a la Tierra. - No voy a dejar que me sacrifiques, Wyatt. - Sentenció el pelinegro mientras fruncía el ceño de forma muy leve. - Si te unes a mi, eso no será necesario. - Sonrió al tiempo que ladeaba la cabeza y mantenía los ojos clavados en su hermano pequeño. - ¿Y cómo piensas traer el Paraíso sin sacrificarme a mi? - Quiso saber dando un paso hacia su hermano manteniendo aún ese recelo. - Bueno, puedo sacrificar un elemento natural por cada elemento base existente y así tú no tendrás que morir. - Syndus puso los ojos como platos al tiempo que su conciencia era golpeada por una fuerza invisible. ¿Wyatt pretendía sacrificar a los Elementos? ¿SUS Elementos? Eso no podía permitirlo. Wyatt era su hermano mayor, pero los Elementos eran su familia, su responsabilidad. No entendía que su hermano hablara de sacrificarlos como si de trapos viejos se tratara. - Eso no voy a permitirlo, Wyatt, nunca. - Aclaró con un tono de voz que no admitía réplica alguna y mirando a su hermano de forma desafiante. El Shinter suspiró como si aquello le diera lástima y después volvió la vista a Syndus. - Entonces no me dejas otra elección, tendré que sacrificarte a ti. - Sentenció con un tono de voz aterrador.

No había terminado de hablar cuando una fuerza invisible golpeó a Syndus y lo lanzó volando varios metros de distancia. Syndus dejó escapar un grito que quedó ahogado por la sorpresa, al tiempo que se levantaba rápidamente del suelo sin hacer caso al dolor que sentía en todo el cuerpo. Alzó la vista justo a tiempo para ver cómo unas cadenas de color púrpura salían del suelo dispuesto a atarle, sin embargo, esta vez ya no estaba desprevenido y las cadenas fueron calcinadas por un fuego de color negro. Wyatt extendió la mano apuntándole con la palma y acto seguido un círculo con unas runas raras apareció ante sus ojos, seguido de un haz de luz que tuvo que esquivar saltando a un lado y haciendo una pirueta. El cielo se nubló al instante y un terrible aguacero seguido por una tormenta estalló sobre ambos chicos con el viento golpeando la torre con todas sus fuerzas y haciéndolo temblar hasta sus cimientos. - ¿De verdad vas a matarme? - El rubio no contestó y cuando Syndus quiso darse cuenta una bola tan negra como el carbón se había materializado sobre Wyatt. - ¡Respóndeme! - Gritó para hacerse oír por encima del estruendo del viento y la tormenta. Wyatt se mantuvo en silencio mientras que con un simple gesto lanzaba la bola en dirección a Syndus. Éste contempló algo horrorizado que la bola había adquirido el tamaño de un coche, sin embargo, el ataque de Wyatt fue detenido por un témpano de hielo del tamaño de un árbol que cayó del cielo como por arte de magia. Dicho témpano se hizo trizas cuando se encontró con aquella bola de oscuridad y miles de trozos de hielo salieron por los aires. De pronto se quedaron suspendidos en el aire como si de miles de cuchillos se trataran mientras Syndus miraba desafiante a Wyatt. - No eres el único que ha cambiado... - Y acto seguido todos los trozos de hielo, afilados como cuchillas, salieron despedidos hacia Wyatt, mientras éste ladeaba la cabeza con suma curiosidad. El Shinter golpeó el suelo con una patada y todos los trozos quedaron suspendidos en el aire y segundos después se esfumaron. - Esos trucos de feria no van a funcionar conmigo Syndus, incluso me da la sensación de que no estás peleando de verdad conmigo y eso es un gran error. - No había terminado de hablar cuando un rayo tan negro como el carbón cayo sobre él a una velocidad de vértigo, pero no llegó a golpear a Wyatt. Syndus contempló cómo el relámpago golpeaba algo invisible y después desaparecía sin causar efecto alguno en su hermano. - ¿Es todo lo que tienes? ¿Un mísero relámpago, eso es todo? - Se burló Wyatt mientras Syndus se mordía el labio inferior. No le gustaba admitirlo, pero su hermano tenía razón. Durante los años en los que ambos juntos entrenaron sus poderes, él nunca había sido capaz de hacer un rasguño a Wyatt y mucho menos de hacerle sangrar. ¿Entonces cómo pensaba detenerle? - No me desafíes Wyatt, sabes perfectamente que soy capaz de mucho más que esto. - Advirtió al tiempo que su hermano soltaba una suave carcajada. - Adelante entonces. - Le retó al tiempo que Syndus torcía el gesto y un torbellino de fuego, agua, viento y electricidad rodeaba su cuerpo. Wyatt por su parte enarcó una ceja sonriendo levemente, para después apoyar una mano en el suelo. Unas columnas de oscuridad emergieron del suelo y fueron directas hacia Syndus, pero una simple bofetada del viento, los desvió sin necesidad de que el pelinegro tuviera que actuar en consecuencia. El joven pelinegro levantó las manos en dirección a Wyatt y como consecuencia un dragón imbuido con los cuatro elementos emergió del torbellino que rodeaba a Syndus. El dragón abrió sus fauces dispuesto a triturar el cuerpo de Wyatt, pero volvió a encontrarse con aquella fuerza invisible que le impedía el pasó. Wyatt observó el dragón con suma curiosidad sin inmutarse siquiera mientras éste seguía intentando cerrar sus fauces entorno a Wyatt para acabar con su barrera invisible. Un suave sonido de cristal al resquebrajarse seguido de un limpio crack alertó al Shinter de que su defensa estaba a punto de ser destruida. - Ya veo, Etherium... - Fue lo último que dijo antes de que el dragón acabara con su defensa y cerrara los fauces entorno a él provocando una explosión gigante de llamas, agua, viento y electricidad.

Syndus tragó saliva mientras el humo se dispersaba y mostraba a un Wyatt ileso. Es cierto que tenía unas leves marcas de quemadura e incluso bastantes rasguños, pero el rubio se encontraba más que bien. Sin embargo había algo en la mirada del Shinter que daba más miedo que antes y Syndus no estaba muy seguro de saber el qué. - Me has jugado sucio, Syndus. - Comentó con voz inhumana al tiempo que el pelinegro abría la boca para protestar, sin embargo, Wyatt volvió a adelantarse. - Ahora me toca a mi... - Levantó la palma de la mano al tiempo que Syndus se ponía en guardia. Una onda de choque hizo temblar la torre hasta los mismos cimientos y entonces Syndus notó que algo lo arrastraba hacia Wyatt. Algo terriblemente fuerte lo movía en contra de su voluntad, como si Wyatt fuera una succionadora y estuviera atrayendo a Syndus hacia él. El joven pelinegro no pudo soportarlo, salió despedido y cuando quiso darse cuenta, Wyatt lo agarró de la cara atravesando el torbellino y lo estampó contra el suelo con una fuerza sobrehumana, tanto, que abrió un cráter en la superficie. Un alarido de dolor rasgó la noche y se hizo notar a través del estruendo de la tormenta y el silbido del viento. Trató de levantarse, pero en ese momento una columna de presión cayó sobre él estampándolo contra el suelo con más fuerza aún, haciendo más notorio el cráter y haciendo temblar cada uno de los huesos de su cuerpo. Wyatt se inclinó manteniendo aún la columna de presión sobre su hermano y lo agarró de los cabellos para obligarle a mirarle a él, a pesar de la fuerza que ejercía la presión sobre Syndus. - La pelea ha terminado. - Dijo al tiempo que Syndus sintió que le abandonaban las fuerzas. Wyatt deshizo la columna de presión y levantó el cuerpo inerte de su hermano, que lo sostenía todavía agarrándolo de los cabellos. Syndus abrió un ojo con todo su cuerpo dolorido mientras una sombra de oscuridad cruzaba los ojos de su hermano mayor. - Muere como el resto de los Elementos y trae el Paraíso a la Tierra. - Acto seguido soltó el cuerpo y le apuntó con la otra mano. El cuerpo del pelinegro salió repelido fuera de la torre y cayó al vacío mientras el temporal se hacía más fuerte aún.



lunes, 8 de abril de 2013

The Fall of the Days

                               ELEMENTOS VS CONSEJEROS

                                                                                                             Octubre 2611



Los Consejeros habían lanzado el primer ataque pensando que les habían tendido una trampa a los Elementos, sin ser conscientes de que eran ellos los que habían caído directamente en ella. Habían perdido a Elijah y probablemente aunque consiguieran destruir la pared de hielo que separaba a Lily de los demás, también sería demasiado tarde para ella, ya que no había nadie que pudiera tratarla o curarla. La batalla no había comenzado y ya estaban en desventaja, ese Aaron era un bendito peligro. Cynthia se humedeció el labio al tiempo que miraba a los suyos y suspiraba suavemente. - Ya sabéis lo que tenéis que hacer... - Los otros seis la miraron un momento como si no hubieran escuchado bien, pero Cynthia se mordió el labio. - Ya me habéis oído. - Su voz no denotaba ninguna duda y Darhak la miró a los ojos. - ¿Estás segura? Es muy peligroso. - Cynthia asintió sin volverse, ya que no quería perder de vista a los Elementos en ningún momento. - Lo sé Darhak, pero ellos lo son más y la causa, es la causa. - Comentó mientras cerraba los ojos a penas unos segundos para después volver a abrirlos. Los Elementos que habían permanecido en silencio hasta ese momento miraron a Aaron esperando su orden para atacar, sin embargo, esa orden no llegó. Aaron se había quedado mirando a los ojos de la rubia fijamente y entonces Zack también lo hizo. Los ojos de Cynthia estaban completamente en blanco y Aaron carraspeó. - Debimos haber atacado desde un principio en vez de quedarnos mirando. ¡Atacad! - Ninguno entendía por qué Aaron parecía tan preocupado de golpe, pero Zack sabía que el hecho de que los ojos de Cynthia se hubieran quedado en blanco, no era una buena noticia para ellos. 

Alexander fue el primero que hizo un movimiento. Una especie de serpiente gigante salió de la enorme anilla de fuego que los rodeaba a todos y se precipitó sobre los consejeros. Sin embargo la serpiente chocó contra algo invisible y ante ella se encontraba Lisa, que mantenía la mano alzada impidiendo que la serpiente llegara al resto de los consejeros. Desde la otra esquina Elena apoyó una mano en el suelo y acto seguido unas estacas de hielo del tamaño de edificios aparecieron desde el subsuelo uno detrás de otro y en línea recta, su objetivo, Lisa. Darhak se puso frente a ella al tiempo que Derek tocaba un árbol y éste desaparecía y aparecía ante Darhak. Ésta agarró el árbol y lo lanzó contra Elena partiendo todas las estacas de hielo a su paso. Por su parte la aqua se agachó justo a tiempo para no ser alcanzada por el tronco. Cuando volvió la vista alguien la agarró y la impulsó al aire, se trataba de Aeras. Elena liberó sus manos y los colocó en la cabeza de la rubia, que chilló de dolor al sentir cómo la deshidrataba poco a poco, por lo que no tuvo más opción que soltarla desde una altura de unos veinte metros. Un chorro de agua de tamaño considerable emergió del suelo y acunó a Elena evitando así la fatal caída mientras Aeras sacudía la cabeza algo mareada aún en el aire. Elena se fijó en ella y vio que sus ojos se encontraban completamente en blanco. Tragó saliva y en ese mismo instante el brazo izquierdo de la muchacha comenzó a pudrirse. La aqua soltó un agudo grito de horror que no pasó por alto para ninguno de los Elementos y Aaron corrió a ayudar a su amiga. De nuevo Darhak, esta vez con el apoyo de Baek se interpusieron en su camino, ambos con los ojos en blanco. Darhak corrió hacia Aaron mientras Baek disparaba cuatro bolas de energía hacia el ventus. Una simple bofetada del viento bastó para desviarlos y Aaron se centró en Darhak. Arremolinó el viento en sus puños y esperó a que el consejero estuviera lo bastante cerca como para porder golpearle y ser golpeado. Antes de que eso ocurriera cuatro bolas de energía que Aaron estaba seguro de haber desviado impactaron contra él creando una explosión y lanzándolo por los aires causándole varias quemadura en el cuerpo. Aterrizó de pie como pudo justo para ver cómo Darhak saltaba sobre él con el puño en alto e instintivamente el ventus creó un tornado a su alrededor para proteger el cuerpo y sin embargo, algo golpeó sus costillas con la fuerza de una maza al mismo tiempo que sentía cómo se rompían ante el impacto mientras lanzaba un alarido de dolor. Zack se había movido hace mucho tiempo, pero había encontrado a alguien que rivalizaba con su velocidad dado que el chico llamado Derek tenía la capacidad de teleportarse de un lugar a otro. Pero no era solo eso, había algo más. Era imposible acertar a alguien que se teleportaba con esa facilidad y para hacerlo más difícil  todavía, cualquier cosa que tocara podía ser teleportada a donde él quisiera. Zack había escapado por los pelos de dos árboles, una piedra de a saber cuántas tonas y tres dagas que llevaba el consejero encima. Alexander era el que mejor parecía llevar la situación, ya que su oponente lo único que hacía era defender al resto y a sí misma. Alzó la mano y otra serpiente, aún más grande que la anterior, emergió de la anilla de fuego y se precipitó contra el invisible muro que había levantado Lisa y al sentir el impacto, la Consejera notó cómo su muro invisible se resquebrajaba. Alexander sonrió al ver la cara de Lisa y una tercera figura,de fuego, ésta con forma de fénix, emergió de la anilla y se lanzó contra la barrera, pero nunca llegó a impactar contra ella. Las bestias había sucumbido ante una fuerza invisible y Alex volvió la vista para encontrarse con la mirada de Cynthia clavada en él. El pelirrojo rompió el contacto visual enseguida, pues sabía que si la mantenía unos diez segundos era tiempo de sobra para que Cynthia entrara en su mente y la doblegara a su antojo. Rodeó su mano con fuego al tiempo que echaba a correr para acortar las distancias entre él y las dos consejeras y lo siguiente que sintió fue un terrible golpe contra el suelo. Intentó levantarse, pero no era capaz, sentía que algo estaba comprimiendo su cuerpo con una fuerza bestial y la presión se hacía cada vez más y más fuerte. Zack disparó un rayo hacia Derek, pero este se teleportó frente a él en un abrir y cerrar de ojos, echó mano de una de las dagas que tenía y antes incluso de que Zack pudiera reaccionar, Derek se lo había clavado en el brazo derecho. El elektro se mordió el labio con fuerza para reprimir un grito y lanzó electricidad en todas direcciones para asegurarse de que Derek se alejaba de él. 

Zack miró a su alrededor sólo para notar que estaban perdiendo la batalla. Los consejeros eran más fuertes de lo que deberían ser y encima estaban usando habilidades que se suponía que no tenían. Elena chillaba como una loca, pero el elektro no comprendía por qué si a simple vista no tenía ninguna herida física. Alexander no podía levantarse por algo que Cynthia le estaba haciendo y Aaron había sido doblemente golpeado por Baek y Darhak. Tenía que librarse de Derek, pero no sabía cómo iba a hacerlo, ya que el consejero le estaba esperando en todo momento. Pero, ¿cómo iba a librarse de él? Se fijó en Alex que en aquel momento levantaba la cabeza a duras penas del suelo y miraba a Elena, después a Aaron y finalmente a él. Zack le guiño el ojo y Alexander sonrió entendiendo el mensaje. Al ver que el ignis sonreía Cynthia aumentó aún más la presión sobre él, pero el pelirrojo fue lo suficientemente fuerte como para arrastrar la mano por el suelo y apoyar la palma sobre éste. Zack hizo un movimiento extraño y Derek sacó otra daga justo en el momento en el que un dragón de fuego emergía de los pies del consejero atrapándolo entre sus fauces y llevándolo al cielo. El elektro sonrió con orgullo y se esfumó de la vista de todos. Un nano segundo más tarde se había llevado por delante a Cynthia rompiendo así con el poder que mantenía preso a Alexander. El dragón de fuego describió un círculo en el aire aún con el Consejero entre sus fauces antes de descender en picado y estrellarse contra el suelo creando una explosión de llamas rojas. Mientras tanto Zack y Cynthia chocaron contra un árbol y ambos rodaron por el suelo al tiempo que se levantaban y se miraban el uno al otro. - No lo hagas. - Dijo el elektro en una especie de ruego que la Consejera no escuchó. Alzó la mano en dirección del Elemento y éste desapareció justo a tiempo pues el árbol que tenía detrás fue comprimido hasta reducirlo a la nada. - ¡Detente! - Le gritó por la espalda al tiempo que la la rubia se daba media vuelta y volvía a mover la mano en dirección al elektro, solo que no tuvo tanta suerte esta vez. Un rayo de color negro salió desde los pies de la chica  hacia arriba electrocutándola y haciendo que chillara de puro dolor al tiempo que caía al suelo y se retorcía. Zack caminó hacia ella la agarró de la mano, tiró de ella sin contemplaciones y la estrelló contra el árbol al tiempo que colocaba el brazo en su cuello y con la otra mano agarraba los dos brazos de la rubia. - Diles que paren. - Pidió de nuevo el elektro al tiempo que apretaba el agarre. Cynhtia no contestó, pero sus ojos volvieron a la normalidad al tiempo que pestañeaba y negaba con la cabeza. - ¡Hazlo! - Gritó con furia al tiempo que ella negaba de nuevo apretando los labios. - Ya veo, hasta nunca, Cynthia. Lo siento. - Susurró Zack al tiempo que la electricidad  salía del cuerpo del Elemento y pasaba al de la Consejera soltándole una descarga que la dejó en el sitio. Aaron saltó como buenamente pudo justo a tiempo para evitar otra embestida de Darhak y al ver que se encontraba en desventaja se dejó impulsar por el aire y voló hacia arriba marcando distancias. Elena seguía chillando sin motivo aparente y Aaron se volvió hacia Alex. - Es una ilusión, tenemos que llegar hasta ella. - Volvió a repeler otras seis bolas de energía que fueron disparadas por Baek, pero por algún extraño motivo las bolas volvían a coger su camino solas y Aaron se veía obligado a esquivarlas hasta que chocaban entre ellas y estallaban. Lisa se movió para socorrer a los compañeros que quedaban y Alex corrió para ayudar a Aaron y Elena. Alex lanzó una llamarada hacia Darhak y Baek y cuando Lisa se interpuso para protegerlos Aaron creó un tornado a sus pies elevándola por los aires y manteniéndola dentro provocando constantes cortes en la chica. La llamarada pilló por sorpresa al luxvis que fue alcanzado de lleno, pero a Darhak simplemente lo pasó de largo como si no le hubiera dado. Alexander enarcó una ceja al tiempo que Aaron se lanzaba a por Aeras que era la que había encerrado en la ilusión a Elena. - Ten cuidado, tiene una curiosa capacidad para hacerse intangible. - Advirtió el ventus al tiempo que se lanzaba a por Aeras y está se fijaba en él por primera vez. Baek comenzó a levantarse como pudo mientras Alex se encaraba a Darhak lanzándole una bola de fuego del tamaño de un autobús. La bola llegó hasta Darhak, pero cuando pareció golpearle el ataque simplemente lo traspasó y el Consejeró corrió hacia el ignis. Aaron apuntó a Aeras con la mano y cuando la Consejera quiso darse cuenta estaba atrapada en una burbuja de viento que giraba primero en una sola dirección provocando cortes en el cuerpo de la chica y un minuto más tarde dicha burbuja giraba en dirección contraria provocando cortes donde no había hecho antes. Elena salió de la ilusión al instante algo desorientada justo para ver cómo Baek saltaba sobre un desprevenido Alex. No con mucho éxito puesto que un simple gesto de la aqua bastó para congelar toda la humedad de la zona y al Consejero también. Darhak se lanzó sobre Alex, pero no pudo completar su ataque porque comenzó a sentir un terrible dolor en su interior. Es como si sus entrañas estuvieran ardiendo en el fuego más puro y rugió de dolor mientras abría los ojos como podía incapaz de concentrarse para usar sus poderes a causa del dolor y ser golpeado por el ignis que lo dejó inconsciente con una erupción que salió desde el suelo. Zack apareció entre los árboles al tiempo que se limpiaba la sangre de la herida que le había provocado Derek. - ¿Estáis bien? - Preguntó mirando a los suyos al tiempo que se mordía el labio. - ¿Y Cynthia? - Preguntó el pelirrojo ayudando a aterrizar a Aaron. - Muerta. - Dijo simplemente mientras suspiraba levemente. - Lo siento, Zack. - Le dijo Elena sonriendo levemente y el elektro negó con la cabeza restándole importancia al asunto. - Tenemos que subir a la torre cuanto antes, es posible que Syndus necesite nuestra ayuda. - Dijo Aaron al tiempo que todos asentían de acuerdo y se dirigían hacia la torre lo más rápido posible.












domingo, 7 de abril de 2013

The Fall of the Days

                                  LA BATALLA POR EL PARAÍSO

                                                                                                          Octubre del 2611


La situación se le había ido completamente de las manos. Estaba completamente en la parte más alta de una torre y probablemente con la única persona en la Tierra que podía llegar a derrotarle. Por otro lado había perdido a los Elementos y ahora no sabía en qué situación se encontraban, aunque Wyatt lo había descrito bastante claro. Probablemente la batalla entre Elementos y Consejeros habría estallado ya, pero después de la gran explosión que había sacudido la torre no se había oído ningún tipo de ruido que indicara pelea. Lo cuál era bastante desconcertante. - ¿Si no crees en las leyendas de los Shinter, por qué sigues empeñado en traer el paraíso a la Tierra? - Cuestionó Syndus mientras ladeaba la cabeza atento a cualquier tipo de movimiento por parte de su hermano mayor. Wyatt por su parte suspiró con infinita paciencia como si le diera pereza tener que explicar algo tan obvio como que el sol saldría dentro de unas horas. - No estoy siguiendo ninguna leyenda Shinter, Syndus. Hice mis investigaciones y descubrí que ciertamente había un modo de traer el paraíso a este condenado planeta. Por supuesto no entiendes nada. Tú no escuchaste la historia del mundo cuando Heclacio vino a visitarnos y por eso no lo entiendes. Voy a resumírtelo para que puedas entenderlo, pero no voy a repetirlo así que presta atención. Desde los orígenes del planeta, los Dioses que la crearon decidieron poblarla con una raza. Una raza que tendría poder suficiente para amoldar el planeta como ellos quisieran para poder vivir de forma cómoda. Esa raza recibió el nombre de Shinter. Sin embargo los Shinter que habían recibido tantas bendiciones de los Dioses, creían que eran bastante impuros, ya que como todos, también tenían sentimientos negativos. Realizaron un ritual para despojarse de todos sus males una noche de eclipse lunar como ésta, no obstante aquel mal era más poderoso de lo que habían esperado, tomó conciencia propia y comenzó a arrasar el planeta; aquel mal recibió el nombre de Miasma. Los Shinter unieron sus fuerzas y consiguieron encerrar aquel mal en algún lugar de África, exactamente donde se unían todos los puntos cardinales del planeta. Consiguieron evitar el desastre, pero los Dioses se enfurecieron con ellos. Así que les despojaron de sus poderes y el líder Shinter recibió el don de proteger el sello. Después los Dioses crearon a los humanos, pero esta vez decidieron no dar ningún tipo de poder, pero pronto descubrieron que había sido un terrible error. Los humanos se traicionaban, mataban y destruían todo lo que tocaban. Así que el 1 de Enero del dos mil doce, los Dioses condenaron el planeta a su destrucción  y  a continuación se marcharon para siempre. Los elementos del planeta se volvieron locos y comenzaron a destruir el mundo entero. Por aquel entonces el único Shinter que conservaba los poderes era el líder, Sadler. Arrancó un cachó de alma de los Elementos y los implantó en personas y la Tierra se estabilizó. Sin embargo había un ligero problema, aquellos Elementos no tenían sentimientos. Eran como unos autómatas con un poder devastador. Aún así la idea funcionó y el planeta se salvó. Las cosas volvieron a la normalidad, pero unos mil años más tarde descubrieron que el sello de la Miasma se estaba debilitando y que la única manera de reforzarlo era sacrificando a los Elementos, pero cuando lo hacían, el planeta se volvía loco de nuevo y se veían forzados a crear nuevos Elementos. Era un círculo vicioso. Se vieron atrapados en ese círculo hasta que llegamos nosotros. La noche en la que Heclacio vino a verme me dijo que el sello se estaba debilitando de nuevo y que para repararlo debíamos sacrificar a los Elementos. Yo me negué y fui a ese templo esa noche con la intención de reparar el sello yo mismo. Para reparar el sello primero tenía que abrirlo así que lo hice, ¿sabes lo que había en el interior del templo, Syndus? - Preguntó Wyatt al tiempo que ladeaba la cabeza y miraba a su hermano. Por otra parte Syndus que había permanecido en silencio escuchando la historia y conociendo por fin aquello que le había contado Heclacio a Wyatt, negó con la cabeza esperando la respuesta de su hermano. - No. - Dijo simplemente al tiempo que Wyatt soltaba una sonora carcajada.

La gran bola chocó contra el suelo al tiempo que creaba una enorme explosión que sacudió la torre hasta sus cimientos. Algunos consejeros se taparon los ojos a causa del humo y la polvareda que se había levantado como consecuencia, mientras otros, como por ejemplo Darhak, soltaban una sonora carcajada mientras sus ojos brillaban con un toque de locura. El humo se elevó al cielo en forma de hongo mientras Derek se giraba hacia su hermana. - ¿Has conseguido anularles? - La chica asintió mientras todos y cada uno de los consejeros volvían la vista hacia el epicentro de la explosión mientras sentían sus corazones latir con fuerza. ¿Les había alcanzado la bola? El humo se despejó por fin mostrando un enorme cráter en el suelo y en el centro de dicho cráter se encontraban los cuerpos de Zack y Aaron. El corazón de Cynthia se aceleró un momento mientras se pasaba una mano por la frente apartando los mechones de pelo rubios que le caían frente a los ojos. - ¿Muertos...? - Preguntó Aeras expresando en alto las dudas de todos los consejeros. Elijah dio un par de pasos acercándose un poco más a los cuerpos y alejándose no demasiado de los consejeros. - Están muertos. - Aseguró el chico al tiempo que daba media vuelta para acercarse a sus compañeros de nuevo.  Dos de los Elementos habían caído con más facilidad de la que hubieran esperado jamás, el factor sorpresa había sido decisivo. Cynthia suspiró un momento en silencio, aún no se creía que Zack se hubiera ido para siempre. - Bi... Bien. Dos menos, ahora solo quedan Alex y Elena. - Dijo la rubia con un tono que pretendía trasmitir seguridad y confianza. Los consejeros dieron media vuelta para ir a buscar a los elementos restantes cuando se escuchó un ruido atronador seguido de un grito agudo. Los consejeros se giraron de golpe para encontrarse a Zack agarrando a Elijah mientras lo mantenía inmovilizado agarrando sus manos con una de la suyas y el brazo en su cuello. - No puede ser... - Dijo Darhak al tiempo que cambiaba el rictus a uno lleno de ira. Aaron también se había levantado y aunque ambos elementos parecían estar heridos, ni de lejos tenían pinta de estar moribundos. - Ahora bien, Zack. Procede. - Ordenó Aaron al tiempo que Zack soltaba una descarga de a saber cuántos voltios sobre Elijah que gritó rasgando el silencio de la noche hasta que se desplomó en el suelo inconsciente, o tal vez muerto. - Ahora no tenéis ventaja de curación. - Comentó el elektro mientras apartaba a Elijah y lanzaba una mirada al resto de los consejeros. - Pequeño Zack, seguís estando en desventaja. - Dijo Lisa soltando una sonrisa falsa ya que aún no se explicaba cómo los chicos habían salido ilesos si Lily había anulado sus poderes lo máximo posible como ella había dicho. Aaron miró a Zack y sonrió para después mirar de nuevo a los consejeros. - Como las polillas a la luz. Definitivamente, necesitáis un estratega en el grupo. - Le dijo Aaron mientras negaba con la cabeza y Zack miraba a Lisa. - ¿Cuántos somos, Lisa? - Le dijo Zack al tiempo que ladeaba la cabeza. La chica enarcó una ceja y contestó. - Dos. - Zack rodó los ojos y miró a Fausto al ver que no había remedio. - Voy a especificar mejor, ¿cuántos creéis que somos? - Preguntó de nuevo el elektro al tiempo que volvía la vista hacia Cynthia y arqueaba las cejas. - ¡Es una trampa! - Exclamó al tiempo que una muralla de fuego de unos diez metros rodeaba tanto a elementos como a consejeros y detrás de estos aparecían los dos chicos que faltaban. - Os tenemos. - Dijo Alexander con diversión al tiempo que Elena movía la mano y atrapaba a Lily en un torbellino de agua gigante que le impedía respirar y moverse. Después  el torbellino se solidificó congelándose con ella dentro. - Dos menos, solo quedan siete. - Canturreó Elena al tiempo que los cuatro se acercaban cada vez más a los Consejeros. Los tenían rodeados por lo que la batalla era ahora más inminente que nunca. Ninguno de los bandos tenía ventaja alguna, así que ahora se decidiría quiénes eran los más poderosos, los Elementos o los Consejeros. La batalla por el Paraíso estaba a  punto de empezar.












sábado, 6 de abril de 2013

The Fall of the Days

                                         CHOQUE DE TITANES

                                                                                                               Octubre 2611



Un escalofrío recorrió el cuerpo de Syndus al tiempo que el viento comenzaba a cobrar fuerza de nuevo. Los dos chicos mantenían la vista fija en el otro, esperando a que diera el primer paso para iniciar de nuevo una conversación. Sin embargo, Wyatt no parecía muy interesado en hablar por lo que Syndus decidió tomar la iniciativa antes de que fuera demasiado tarde para hacer nada. - Explícate. No... no lo entiendo. ¿De verdad crees en esa absurda leyenda Shinter? - Wyatt por su parte enarcó una ceja sin decir nada mientras le miraba en silencio. Es como si el rubio estuviera meditando si merecía la pena responderle o no. Al cabo de unos momentos terminó por suspirar y relajó la postura, lo cuál tranquilizó a Syndus también. - Hace mucho que dejé de creer en cualquier cosa que tuviera que ver con los Shinter, Syndus. Exactamente el día en el que Heclacio vino a visitarnos fue el último día en el que tuve fe en ellos. Luego fui a reparar el sello de la Miasma y todo cambió. No sé, no quiero decir que antes de esto tuviera mucha fe en ellos, pero la historia que nos contaron acerca del paraíso, es en parte cierta. - Explicó mientras estiraba un poco sus brazos al tiempo que movía las piernas para que no se le quedaran anquilosadas. Syndus se quedó en silencio esperando a que su hermano continuara con la explicación, pero éste no lo hizo, se quedó callado mirándole con aquella extraña sonrisa dibujada en su rostro. Suspiró sonoramente y enarcó una ceja mirando a su hermano mayor. - ¿Me lo vas a contar o nos vamos a quedar aquí mirándonos todo el maldito día? - Wyatt ensancho su sonrisa al tiempo que una carcajada fría escapada de sus labios y después negaba con la cabeza al tiempo que entrecerraba los ojos. - Tranquilo Syndus, tenemos tiempo por ahora. No creo que los Elementos nos molesten en un buen rato, es probable que estén ocupados. - Dijo como si le importara todo un pimiento. - ¿Qué les has hecho? - Preguntó entre enfadado y atemorizado ante la idea de que hubiera aniquilado a los Cuatro Elementos simplemente porque le estorbaban. Wyatt volvió a reír de aquella forma tan extraña e inhumana al tiempo que enarcaba una ceja y negaba con la cabeza con un gesto que indicaba claramamente "no tienes remedio". - Les he mandado a paseo, literalmente. - Al ver la cara que ponía Syndus, Wyatt rodó los ojos. - Está bien. Los he mandado hasta la parte más baja de la torre, así podremos hablar en privado. - Explicó de forma automática mientras le miraba con cara de aburrimiento. - Con eso apenas ganas tiempo, solo unos pocos minutos en lo que tardan en volver a subir a la torre. Por no mencionar que Zack puede llegar en un par de segundos y que Aaron en un minuto estaría aquí ya que puede volar. - Wyatt sonrió ante sus palabras y negó con la cabeza. - Hay, mi querido hermano. Eres un ingenuo. Los consejeros estarán esperándoles. - Comentó con total naturalidad. - Los consejeros han perdido sus poderes y la batalla, Wyatt. - Dijo Syndus con orgullo, pero Wyatt simplemente se echó a reír.  Mira a tu alrededor y dime si no notas nada diferente. - Syndus miró en todas direcciones, pero por más que se fijara no había nada distinto a cuando habían subido hacía ya varios minutos. Syndus iba a abrir la boca para decir que no había nada diferente, pero antes de que lo hiciera, Wyatt señaló al cielo y fue entonces cuando el chico comprendió a qué se refería su hermano. - El eclipse lunar ha pasado... - Wyatt aplaudió varias veces al tiempo que cambiaba el peso del cuerpo de una pierna a otra. - Voy a contarte un secreto. Los consejeros perdieron sus poderes a causa del eclipse, pero ahora que el eclipse ha pasado, sus poderes han vuelto a ellos. A estas alturas Elijah habrá curado a todos. Adivina la clase de recibimiento que darán a los desprevenidos Cuatro Elementos. - Dijo con diversión al tiempo que alzaba las cejas repetidamente como si aquello le hiciera gracia de verdad. Syndus apretó los labios con furia al tiempo que cerraba los puños y el ruido de una enorme explosión sacudía la torre. - Uops, yo diría que ya se han encontrado... - Abrió los ojos como si aquello le emocionara de verdad y Syndus pensó que su hermano se había vuelto completamente loco. - Pronto la luna se teñirá de rojo y entonces podremos comenzar con el ritual de sacrificio. - Aclaró con absoluta calma mientras se cruzaba de brazos esperando pacientemente. - ¿Por qué haces esto? - Bufó al tiempo que daba un paso hacia delante con enfado. - Ya te lo he dicho antes, para traer el paraíso a la Tierra.

Abrió los ojos algo mareado y miró a su alrededor sin ser muy consciente de dónde se encontraba en aquellos momentos. Tenía un dolor de cabeza tremendo, como si algo estuviera martilleando su mente hasta dejarlo más blando que la plastilina. Alguien le puso una mano en el hombro y se sobresaltó de golpe. - ¿Estás bien? - Preguntó Aaron mirando al rubio mientras éste asentía aún algo desorientado. - Aaron, ¿dónde están Alex y Elena? - El ventus negó con la cabeza respondiendo de forma muda a la pregunta del elektro. - No lo sé, Zack. Cuando he despertado no había nadie a mi lado, he caminado un poco y te he encontrado a ti. - Contestó al tiempo que arrugaba su frente de forma pensativa. Zack se levantó sin decir nada. Sabía que cuando Aaron arrugaba la frente de esa forma, significaba que estaba pensando algo. Del mismo modo que sabía que en esos momentos valoraba mucho el silencio. Por lo tanto el elektro se limitó a mirar los alrededores mientras se rascaba un poco la cabeza que no había dejado de dolerle desde que había despertado. - Estamos en el bosque cercano a la torre, mira. - Dijo por fin Zack tras unos minutos rompiendo el silencio y señalando la torre que se veía entre los árboles. Aaron se mordió el labio durante unos segundos y después echó a caminar en dirección a la torre. - Lo más probable es que Wyatt nos haya mandado hasta aquí. Estamos en un aprieto Zack. No tenemos ni idea de dónde están Alex y Elena y ni siquiera sabemos si están bien. Por otro lado Syndus se ha quedado a solas con Wyatt en la torre y estoy seguro de que va a necesitar nuestra ayuda. - Comentó mientras aceleraba el paso y el elektro le seguía a la par. - ¿Qué crees que le ha pasado a Wyatt, Aaron? No parece el mismo de hace seiscientos años. Quiero decir que ya sé que han pasado seiscientos años y que es mucho tiempo. Pero Wyatt vivió con nosotros mucho más que eso y nunca le notamos nada raro. - Zack exponía sus dudas conforme seguían caminando, porque sabía que aquello distraería a Aaron en aquel momento, ya que era lo que el ventus necesitaba. - No lo sé. Sé tanto como tú Zack. De lo que sí estoy seguro es que no es el Wyatt de siempre, puede incluso que ni siquiera se trate de Wyatt. - Zack asintió ante sus palabras y se mordió el labio mientras la torre se iba a haciendo más y más grande conforme se acercaban. - Y seguimos esta dirección porque si Alex y Elena han despertado y están bien también creerán que iremos a la torre a ayudar a Syndus, ¿no es así? - Cuestionó el chico de forma casi divertida mientras Aaron volvía la vista hacia él con una sonrisa y asentía con la cabeza. Caminaron varios minutos más y cuando por fin llegaron a la entrada de la torre ni Alex ni Elena estaban ahí esperándoles. Aaron frunció el ceño ante esto y Zack se mordió el labio mirando a su alrededor. - Esperaremos unos cinco o diez minutos. Si no aparecen en ese lapso de tiempo habrá que subir a apoyar a Syndus. - Zack asintió y se apoyó en un árbol mientras Aaron se sentaba a los pies de otro y cerraba los ojos meditando en silencio. Al cabo de un rato escucharon unos pasos y Zack se volteó para mirar quién venía mientras Aaron abría los ojos de golpe. - ¿Elena? ¿Alex? - No hubo respuesta durante unos segundos, solo silencio y ambos chicos se pusieron nerviosos. - Me temo que no, Zack. - Una chica rubia asomó de los árboles más cercanos a ellos y detrás de ella todo un grupo de hasta ocho personas más. - Los Consejeros del Paraíso, de nuevo. - Dijo Aaron mientras Zack y él se juntaban y miraban a los recién llegados. - Los mismos. - Aseguró Darhak al tiempo que hacía sonar sus nudillos y miraba a los dos elementos desafiante. - Bueno, si es cierto que queréis ver el paraíso adelante, atacad. Os mandaremos ahí en un periquete. - Aseguró un malhumorado Zack al tiempo que la electricidad comenzaba a cargarse en el ambiente. - Voy a ayudarte a despejar dudas, Elektro. ¿Cuántos sois? - Preguntó Lisa con una sonrisa de suficiencia al tiempo que ensombrecía la mirada. - Somos dos. - Contestó Aaron antes de que Zack dijera nada. - Bien, ¿y cómo os hacéis llamar? - Cuestionó Fausto con un brillo extraño en la mirada. - Los Cuatro Elementos. - Contestó Zack al tiempo que ensombrecía su mirada, ya que sabía por dónde iban. - Oh, vaya, ¿dónde están los otros dos? - Soltó Lily al tiempo que se llevaba una mano a la boca como si la idea de que faltaran dos elementos le horrorizara. En ese momento Baek apareció mientras iba formando una esfera de Luxvis sobre la cabeza de los consejeros. La bola iba creciendo poco a poco, pero ya había cogido el tamaño de una casa de tres pisos. - Prepárate para anularles lo máximo que puedas Lily. - Dijo Derek al tiempo que Aaron y Zack se ponían en guardia. Demasiado tarde, Baek lanzó la bola gigante hacia los dos elementos que no pudieron hacer otra cosa que ver cómo caía sobre ellos creando una explosión gigante que sacudió la torre entera.